jueves, 22 de noviembre de 2012

Cuando la tierra tiembla...es como un flan.



Exactamente eso, los edificios tiemblan como un flan. Es decir, vosotros cogéis un flan, lo desmoldáis en un plato, y el platito en cuestión lo deslizáis sobre la mesa dibujando círculos pequeñitos.  Bueno, pues los edificios se mueven igual. El apartamento se movía como el flan, sólo que uno está "en medio" del flan.

Es la mejor manera en la que lo puedo explicar. Ayer a las siete menos veinte el temblor que hubo con epicentro en la comuna de Navidad (en la costa pacífica, a 170 km de Santiago, 5.6 Richter), llegó a Santiago con intensidad 3 más o menos. En el pueblito (que se llama Navidad, tal cual) llevan como trece temblores en tres días, y unos cuarenta en un mes.  Se llaman enjambres sísmicos (es decir, temblores repetidos). Los expertos opinan que son réplicas del terremoto del 2010, otros en cambio opinan que son precursores de un terremoto mayor.  Me parece a mí que este pueblo va a desaparecer del mapa como siga así, yo no estaría tan tranquila si fuera navidaína....

Francamente, fue una sensación muy desagradable. Si en el piso siete se notó (y llegó a Santiago con una intensidad muy pequeña), no quiero ni pensar en un piso quince o veinte. Duró entre cinco o diez segundos, no me gustaría vivir uno más largo o más intenso que con uno como el de ayer ya tuve bastante. Estaba tumbadita en la cama cuando mi suelo se movió, mi techo se movió y mis paredes se movieron. Se mueve el conjunto de tu casa. Lo dicho, desagradable en el mejor de los casos; suponiendo que no revista peligro, que ya serían palabras mayores.

Así que siguiendo los consejos de una oriunda del lugar (señora del bar de comidas de abajo), he preparado el "kit temblor", el cual os presento a continuación:



A saber, la botellita de agua potable, la linterna de minero, algo tipo mantita o un jersey (la temperatura cae, según esta señora). Eso lo tengo al lado de la cama, donde una deja las zapatillas cuando se acuesta. Al cestito añades el teléfono móvil y la cartera o bolso (tu identificación y tu dinero ayudarán) cuando estás en casa durante el día y por la noche antes de acostarte.  Cuando notes el temblor agarras la cestita -cual Caperucita-, y te vas debajo del quicio de la puerta de entrada a tu piso. Si las otras paredes se caen, ésa es la que más aguantará.  Y si se va la luz, la de la escalera y la vía de evacuación son las que antes regresarán.

Otra sana costumbre es (siguiendo siempre sus indicaciones) dejar un pañuelo (fulard o algo así) atado en ambos pomos de la puerta de tu habitación, uniendo uno con otro, el anverso y el reverso de la puerta en cuestión. No es una tontería, eso hará que la puerta no se cierre. El problema es que cuando el temblor es de cierta magnitud las puertas se cierran, las paredes y los marcos se mueven y atrancan la puerta, de manera que no se puede abrir. Esta señora vive en un décimo séptimo piso, y ha vivido el terremoto de intensidad 9 del 2010, entre otros muchos. Gateó por el suelo y llegó a la puerta, pero ésta estaba atrancada. Así que os aseguro que no me lo decía en broma.

Había un señor con ella, amigo suyo, que vive con unos catalanes en el edificio, creo que también de Barna. Estos catalanes batieron el récord mundial de velocidad bajando escaleras en el último temblor que hubo...

Pues claro, es que Barcelona no tiembla...




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